Por Matías Valenzuela
El 4 de septiembre falleció en el Hospital San Juan de Dios, en Santiago, Elías González Robinson a la edad de 91 años (nació el 29 de julio de 1927). Él pertenecía a una comunidad religiosa llamada Hermanitos de Jesús inspirada en el carisma de Carlos de Foucauld que movió a muchos hombres y mujeres desde inicios del siglo XX a abrazar el estilo de la vida oculta de Jesús, en Nazareth.
Elías había nacido en Valparaíso y estudiado en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso, por lo que había en él una gran familiaridad con nuestra Congregación y recordaba hermanos nuestros que habían sido sus maestros. Incluso siendo estudiante de derecho y preparando su examen de grado pasó una temporada en nuestro escolasticado de Los Perales ubicado en el Valle del río Marga Marga, al interior de la Quinta Región.
La conexión de la Provincia chilena de los SS.CC. con los Hermanitos de Jesús y con su espiritualidad es de larga data, porque llegaron a nuestro país invitados por Alberto Hurtado SJ. Más tarde visitaría nuestra comunidad René Voillaume autor del libro En el corazón de las masasque diera un gran impulso a esta manera de vivir el evangelio entre los pobres, sin barreras clericales que separen, ni distingan. Tanto que la traducción al italiano del mismo libro lleva como título Come loroes decir, Como ellos, en todo, como todo el mundo, sin distinciones, ni privilegios.
Por lo mismo, no es de extrañar que un ex alumno nuestro conociera en la Congregación a las fraternidades de Carlos de Foucauld y quisiera entrar en ellas. Así Elías el año 1956 luego de haber rendido su examen en derecho entró a la fraternidad y profesó sus primeros votos dos años después. Su primera experiencia comunitaria fue en la Población los Nogales, que fue el primer lugar donde habitaron los Hermanitos en Chile.
Elías Realizó su Noviciado en Farlete, España, quedándose en Europa por 10 años, entre Madrid y Toulouse, en Francia. Al regreso a Chile el año 1968 la comunidad se ubica en Villa O’Higgins hasta el año 1973. El año ‘73 después del Golpe Militar Elías es sometido a prisión durante un mes en el Estadio Nacional. A partir de 1978 la fraternidad se traslada a Renca, a la población Huamachuco Uno, donde ha estado ubicada hasta el presente.
Conocí a Elías el año 1997, una noche muy lluviosa, en la ciudad de Viña del Mar. Él estaba pintando una casa, porque ese era su trabajo. Era pintor de brocha gorda. En ese momento yo estaba haciendo mi discernimiento vocacional y quise conocer a los Hermanitos, me interesaba su espiritualidad, su capacidad de inserción, de vida religiosa en medio de los más pobres, lo cual incluía sobre todo hacer suyo el trabajo obrero y el silencio de la oración. Esa noche Elías estaba por comer y había preparado una sopa de verduras, tenía una marraqueta y una cajita de vino y me invitó a compartir. Más tarde fui a conocer su casa en Renca, ahí vivía junto a Noel Mërand, Benito Cassiers y Enrique, el hermanito caminante. Era una casa de madera con paredes sin forro, de una gran sencillez. La habitación de Elías era muy pequeña, cabía a penas una persona y su cama. Un día fuimos juntos al centro de Santiago, después de acompañar a un amigo suyo a un tratamiento médico y cuando debíamos bajar de la micro el chofer por alguna razón se dirigió con mucha agresividad hacia nosotros y ahí me impresionó mucho la reacción de Elías que fue de una paz muy grande. En ese momento, percibí lo que era la humildad, una capacidad enorme de no reaccionar violentamente, ni desde el orgullo, ni devolviendo mal por mal, sino que desde la acogida y el amor. Un pequeño diálogo que tuvimos en ese viaje en micro fue el siguiente. Una joven que iba en el bus se persignó al pasar frente a una Iglesia, y ahí Elías me dijo, ojalá que esa cruz se haga cada día más profunda en su corazón. Creo que en ese momento no fui capaz de comprender toda la profundidad de esas palabras, que me resuenan hasta el día de hoy.
Para muchas personas es muy difícil comprender qué es una vida religiosa sin ministerio sacerdotal, porque sólo distinguen entre “curas y monjas” sin descubrir que en nuestra Iglesia hay una diversidad muy grande de carismas y de servicios y entre ellos está la vida religiosa que refleja el modo de vida de Jesús en su ciudad de Nazaret, como un vecino más y como un trabajador más. Como un obrero más. Así fue Jesús, que era de oficio carpintero, hijo del carpintero y así fue Elías que abrazó la profesión de pintor y a la vez se hizo solidario en la época que le tocó vivir de todos aquellos trabajadores que vivían las condiciones laborales injustas y que sufrieron opresión. Él no era un hombre de talante político o combativo, era principalmente un hombre cálido, misericordioso que abrazó la existencia humilde y pobre de Jesús por amor a su Señor y por amor a los más pequeños. En ese vida su figura brilló y nos transmitió mucho a los que lo conocimos y queremos.
Elías González ha sido a lo largo de la historia de las fraternidades el único hermanito de Jesús chileno, por lo que con él muere una parte muy grande de la historia de esta familia espiritual, pero anhelamos muy profundamente que encuentre renuevos en otros hombres y también mujeres que nos sigan iluminando con este camino en la Iglesia que tanto necesita de testigos del Reino de Dios. La Congregación de los Sagrados Corazones y especialmente en la Provincia de Chile les debe mucho porque en gran medida la fuerza inspiradora de hombres como Esteban Gumucio, Pablo Fontaine y Ronaldo Muñoz se debió a que actualizaron el carisma del Corazón de Jesús en esta fuente que los llevó como dice el Papa Francisco a los márgenes, a los últimos, al modo de Jesús de Nazareth.
Elías supo encarnar plenamente las palabras de Carlos de Foucauld: “abrazo la existencia humilde y oscura de Dios, obrero de Nazareth”, por lo mismo esperamos en el Señor que sea recibido como a sus mejores amigos y desde la casa del Padre interceda por nuestra amada Iglesia para que nazcan muchas vocaciones y diversos carismas que sean signo del Reino de Dios que pertenece a los pobres y a los que ellos transforman el corazón.
Testimonio de Noel Mérand: «Elías era un hombre misericordioso, siempre excusaba a la gente incluso de cosas inexcusables. Elías vivía la vida con profunda fidelidad a Jesús, a los pobladores, a sus amigos. Compartí 42 años con él, un hombre no es lo que dice es lo que hace, Elías era un hombre de Jesús»